17 de noviembre de 2009

LOS DEPORTES, MANIPULACION DE LAS MASAS



Existe un tema vanal que todo el mundo considera menor pero nadie deja de prestarle atención, y cuantas más vueltas se le da, menos se entiende: me refiero al deporte. No intento aquí hacer uso del típico recurso pseudointelectual, y a estas alturas encuentro que no hay temas sin importancia, sino mal enfocados. A menudo se habla de la nueva religión del fútbol, o cosas por el estilo, de las que discrepo y mucho, pues para mí esta actividad globalmente tiene un significado completamente distinto. Lo que no logro descubrir es la utilidad que la élite concede al deporte. Me explico. Sería difícil encontrar una actividad más inútil en nuestras sociedades que la deportiva, ¿por qué? porque su único objetivo es el de consumir energía y tiempo sin un propósito productivo específico aparente, ya que, si lo analizamos un poco, sustituye al desgaste físico que en otro momento, los seres humanos sufrían por sus quehaceres cotidianos. En muchos casos, nuestros padres o abuelos podían caminar 30 kilómetros diarios como si nada, y sin ropa ni calzado especial, como parte de su vida. ¿A qué entonces sustituir la actividad física por medios de locomoción y mecánicos si hemos de devolverla por otro lado? Este proceso lo confirma el observar cómo el auge de las federaciones, equipos, diversidad y nivel de desarrollo de los deportes, y la construcción de instalaciones es inversamente proporcional a la desruralización de la población humana.
Y sin embargo, eso no supone una salud pública mayor; de hecho, la fragilidad del ser humano en general es mayor que en épocas pasadas, incluso entre los que practican deportes, y no sólo por la alimentación francamente mejorable. Es decir, la mayor esperanza de vida o su calidad no se debe a ello. Una explicación la podríamos hallar en que el ahorro de tiempo que se acaba dedicando al trabajo, se compensa concediendo con el deporte un sucedáneo relativamente instantáneo y comprimido para que el organismo humano, adaptado por su evolución a fuerte esfuerzo físico, no se sienta completamente transplantado al hormigón. No obstante, es fácil adaptarse a la vida sedentaria, y de hecho el interés general y espontáneo por el deporte en general no implica una práctica generalizada entre la población, por lo que no me parece suficiente con ese argumento. Cuidado, porque no critico a aquellos que se distraen practicando un deporte de forma lúdica o socializadora, allá ellos si se reúnen y no tienen nada mejor que hacer, ni voy contra un deporte en concreto, porque todos me dan igual, ni critico los beneficios del ejercicio mesurado. Tampoco me parece mal que haya hoy en día ayudas mecánicas por todas partes que hagan la vida más fácil, pues no todos tienen la misma fortaleza física al nacer ni durante toda su vida, pero veamos: ¿qué sentido tiene pasar horas en un gimnasio, o corriendo en una cancha, si subimos a todas partes en ascensor?, ¿para qué queremos hacer pesas, más cierta farmacopea en algunos casos, si al volver a casa no hacemos nada en la cocina sin una ayuda electromecánica?, podemos pasar media hora o más en una bicicleta que no va a ninguna parte, pagando para ello, pero aún resulta excéntrico ir al trabajo de este modo, y se reirían de nosotros si nuestra lavadora funcionara a pedales o cargaramos baterías eléctricas de esta manera, tachándonos de subdesarrollados. Y a pesar de tanto absurdo, el deporte aporta prestigio a quien lo practica. Multitud de acciones extrañas reclaman ser consideradas deporte, y cuando nos fijamos en la mayoría de ellos, vemos que la tendencia es a la profesionalización. Hace muchos años que las Olimpiadas, el campeonato amateur por excelencia (en los años veinte le quitaron la medalla a alguno por haber sido profesional con anterioridad a su participación en ellas), acepta limpiamente a atletas profesionales ¡profesionales! ¿en qué? Si son profesionales, producirán algo para alguien, y sus clientes deberían obtener un beneficio, pero nadie que ve un partido o una competición recibe nada más que entretenimiento, luego su profesión es equiparable a la de actor.Esto lo hago extensivo a los comentaristas de deportes, que se caracterizan precisamente por su carácter histriónico y sus muletillas, o sea, por ser parte del espectáculo. Para mí, un jugador al que se admira por su habilidad para marcar un gol, o saltar con una pértiga, o ejecutar un ejercicio gimástico, o levantar un peso tiene menos mérito que un acróbata de circo o un bailarín, y sin embargo cada día que pasa cualquier deporte se convierte en más y más elitista. Nos hacen creer que la práctica del deporte requiere de una preparación extraordinariamente especial y de un talento innato, y al mismo tiempo cultivan el mito de que cualquiera que se lo proponga puede pasar de vivir en un arrabal a ser una estrella. Creo que ambos son falsos, primero porque el hecho de que un puñado de pobres llegue a lo más alto no hace posible que la inmensa mayoría lo consiga, y los padres que empujan a sus hijos a practicar un deporte para que se hagan famosos deberían ser denunciables (¿ante quién?,¿el sistema? que se lo digan a los miles de niños argentinos que peregrinan para formar parte de equipos punteros); no en vano, las fórmulas de promoción, campeonatos juveniles, concursos junior y cosas por el estilo no son sino tapaderas para encubrir que en los escalones superiores hay unas plazas preasignadas que sólo se alteran para renovar el interés por el espectáculo. En segundo lugar aunque en orden inverso a la enumeración, porque para realizar el tipo de entrenamiento que precisan cada vez más niveles de cualquier deporte, es necesaria una dedicación exclusiva, programada, supervisada, con alimentación y suplementos dietéticos, control médico y concentración ajenos a una vida normal, y eso sólo la gente con medios ilimitados puede permitírselo. Por qué? me pregunto, la élite se molestaría en dedicar parte de sus vástagos a una tarea improductiva como esa, pues no producen conocimiento, ni riqueza, aunque sí contribuyen al control de masas. Incluso en lo relativo al consumo de recursos de todo tipo también: que alguien me explique cómo es posible que existan escuderías de "constructores" que se dedican únicamente a ingeniería de altísima calidad para series limitadas de monoplazas de Fórmula 1, y a un coste que hace que poderosas multinacionales como Honda tengan que retirarse. Ese en concreto es un caso en el que se hace mucho ruido para no hacerse notar, no en vano lo denominan ellos mismos "Continental Circus". Al principio consideraba que se trataba de un "aparcamiento para inútiles", es decir que la elitización pretende reservar una serie de plazas para acomodar a los menos capacitados de esos colectivos, haciéndolas inaccesibles a las castas más bajas, mientras se las sigue haciendo apetecibles y aparentemente cercanas a la masa. Hijos de altos cargos de empresas, de magnates, miembros de la aristocracia y similares que se dedican a actividades tanto deportivas como artísticas o musicales (sin aportar nada creativo a ellas de especial relevancia), o a actividades tan indefinibles o justificables como la de "aventurero", que es como decir vago profesional que mata el aburrimiento. En esos casos, claramente la esponsorización es una tapadera para disimular que se tienen medios propios de sobra para vivir y para malgastar en aventuras estériles, y se convierte en una simbiosis imagen/justificación, cuando no algo peor. Pero esos que menciono no son la élite propiamente dicha, ni muchos de esos hombres y mujeres espiritualmente estériles lo han sido por propia elección; no me creo que Fernando Alonso tuviera criterio a los 3 años para decidir que quería ser piloto, y tampoco es casualidad que la mayoría de los actuales deportistas de élite que tenemos en España, por ejemplo, carezcan de personalidad verdaderamente definida o carácter, hablen como autómatas, o muestren opiniones claramente infundidas. Y a pesar de todo, más de uno ha conseguido residencia en paraísos fiscales, los de su familia, sin duda. En realidad, los deportes que practica la élite son más del del estilo del Rally Gumball 3000, en que una panda de impresentables recorren medio continente en coches tuneados de gama tan alta que son casi prototipos y se saltan las normas de circulación y de seguridad de los demás, no tanto por desafiarlas sino porque consideran las carreteras de su propiedad y las normas como algo que no va con ellos, para acabar en hoteles de lujo o de invitados del rey de Marruecos, por ejemplo, y pagando multas de tráfico a tocateja con auténticas montañas de billetes de 500€ en las manos. ¿Qué sentido tendría permitir o incluso promover el deporte en la sociedad? Vemos que está reservado a unos pocos, y la masa de seguidores ni lo practica realmente, ni lo conoce bien, pues se fía de los comentaristas deportivos repitiendo sus opiniones, o mejor dicho sus directivas, llegando al punto que vemos como comentaristas a personas que no son periodistas, pero en algo tenían que ocupar su estéril vida; además suelen acompañarse de ex-deportistas a modo de expertos, que descaradamente difunden una visión de las cosas para favorecer el statu quo. Es como la prensa normal, pero de forma aún más descarada. Que alguien me diga el análisis técnico del comentarista que diga: apoyo a éste porque es de mi país, y todo el mundo lo vea como algo normal. Se me ocurre una posibilidad. Al hablar de la masa de seguidores de un deporte, no hemos tocado la motivación más instintiva que desencadena la llamada pasión por el deporte, aunque aborrezco ese término. Por un lado, el que contempla a un deportista alcanzar una meta, ganar, superar una longitud, altura, peso o prueba está siendo testigo de una superación personal fruto de un esfuerzo, un sueño individual de esa persona, pero vive el triunfo como si fuera propio, pero no como revulsivo, o sea que obtiene un sucedáneo del logro de los propios sueños que jamás se atreverá a realizar. Así lo veo. Pero hay más. No sé los demás, pero cuando veo en la televisión un acontecimiento deportivo, o lo observo desde dentro, tengo la impresión de contemplar una batalla, y no lo digo porque haya hinchas ultras, o a la gente se le vaya la mano en según qué circunstacias, no; incluso los encuentros más pacíficos, y en función de la importancia del mismo en el campeonato correspondiente, se viven como una batalla, la gente viste con los colores de su equipo preferido, o selección, lleva banderas, se pinta la cara y el cuerpo, muestra emblemas y pancartas aun sin estar en el estadio. En los propios estadios (del deporte que sea), los gritos y los preparativos siguen un ritual, se grita para azuzar y animar a los propios, y para amedrentar a los contrarios, como en los enfrentamientos tribales; la gente debe ser agrupada en puntos distantes para que no se pelee, y al final parece como si hubiera dos bandos con sus unidades y divisiones. Para mí no hay gran diferencia con una superproducción sobre la época de los romanos, y del mismo modo es perfectamente normal, como en cualquier batalla del mundo antiguo, que la acción se limite a un número muy reducido de la vanguardia del ejército a pesar de haber miles y miles de efectivos aguardando su turno para actuar. Es una imitación de la guerra.



En todos los deportes hay algo análogo. Incluso en los circuitos de carreras se puede ver la toma de posiciones, la agrupación, la enarbolación de estandartes por uno u otro, la adrenalina y la tensión en el inicio, los estallidos de emoción en los choques y los adelantamientos, el éxtasis del desenlace y la dispersión victoriosa y ruidosa, o lenta y decepcionada y vuelven a sus casas tras tomar ese placebo de emociones humanas. Incluso los disturbios alrededor de los centros deportivos, antes y después del acontecimiento son paralelos a una batalla, con sus escaramuzas previas o posteriores al enfrentamiento principal. Es acorde con la tradición militar occidental, que decide las guerras en una o unas pocas grandes batallas, o campañas en las que se reúnen los efectivos y después se disuelven, o regresan a sus bases. Si leyésemos las descripciones medievales de los caballeros preparándose para la batalla, encontraríamos un calco de la previa a un encuentro. Al analizar los deportes encontramos mucho de militar en ellos, en su estructura, sus tácticas y vocabulario. Sin embargo, por ejemplo el fútbol (soccer football) tiene todas las características de un deporte elitizado: no me toques, no me tires, no me pises, no me mires mal... a pesar de que existe y se tolera el "juego duro" y abundan agarrones y las agresiones infligidas de la forma más disimulada posible, lo mismo que las simuladas para provocar penalizaciones al contrario. No en vano se fijó esas reglas del fútbol moderno al llegar a él gente de clases más y más acomodadas en el siglo XIX, pues inicialmente se parecía mucho más al rugby, y era muy violento, de modo que los practicantes de éste último acabaron desgajándose voluntariamente de la variante "para señoritas". Mencionaba al principio las Olimpiadas. Todas sus modalidades clásicas (en todos sus sentidos) son formas de entrenamiento militar: tiro con arco, jabalina, disco, peso, carreras lisas o de obstáculos, lucha, salto, o de alegoría militar como la maratón, y no me parece casual que se inauguraran en el apogeo del reparto imperial del mundo (1896), después de décadas de preparación, a tiempo de entrenar o contribuir a alentar un poco más que una generación entera se lanzara a la conquista del mundo y de otros imperios. Un campeonato de deportistas amateur pero encuadrados por naciones que se enfrentan entre sí (resaltemos aquí la etimología militar de la palabra campeón, de campus=llanura, y del alemán Kamp=campo de batalla,y de éste a su vez Kampf=lucha). Curiosamente, en el periodo de entreguerras los deportes como el fútbol, hasta la llegada del fascismo, tuvieron poca popularidad, pues los ímpetus bélicos ya se habían consumido ampliamente. En cierto modo, es a la vez una incitación encubierta de forma lúdica, y una válvula de escape de tensiones. He hablado antes de grupos ultra, que casualmente descubrieron una forma de expresión de sus idearios a través de equipos con nombres de localidad (en lugar del de una asociación concreta de personas, o idea), toda una usurpación del nacionalismo o el localismo (que no en vano ha servido de plataforma política a ciertos personajes), y a propósito de sus encuentros deportivos. Puesto que les da un sucedáneo de nacionalismo o simulacro de revolución del signo que sea, a pesar del daño que puedan hacer a otros grupos, siguen incluídos en esta pantomima simbólica, y a un nivel superior son inofensivos precisamente porque le aguan la fiesta sólo a las masas, lo que les hace desagradables a ellas y les impide crecer, además de desahogarse durante el espectáculo, a costa de reducidos miembros de las masa, no de las élites. Al hilo de esto, y porque es recurrente en la historia del fascismo, estos movimientos utilizaron el deporte precisamente como forma de propaganda del ideal de individuo que querían para usarlo en sus propósitos, lo que nos da una idea de cuánto de espectáculo instrumental que tiene el conjunto. El fascismo pasó, pero el ideal de aspecto físico no, de hecho se reforzó con el paso del tiempo. El héroe militar se sustituye por el deportivo, y contra lo que muchos dicen, no es el model anoréxico el que impera en todas partes, ya sea en publicidad, en el espectáculo, el cine, o en la pornografía de todos los grados, sino el modelo tonificado y atlético, trabajado músculo a músculo, gramo a gramo, con flexibilidad y resistencia de fondo. Todo lo que una persona normal no tiene tiempo o dedicación suficiente para conseguir se convierte en el ideal objetivo, cuando podría ser a nuestros ojos perfectamente una monstruosidad. Mi referencia al respecto de todo ello es una película archiconocida: "Rollerball", la de 1975, porque la versión posterior está desustanciada. Es un mundo en que las corporaciones han absorbido a las Administraciones Públicas y los funcionarios pasan a ser "ejecutivos", todo el conocimiento está digitalizado y guardado en bases de datos que a veces se pierden, pero a nadie le importa porque todo el mundo tiene el futuro asegurado a cambio de entregar todo su poder, así de simple, y es el deporte la válvula de escape a la tensión de no tener ningún control sobre la vida de uno mismo. Pretende que lo que rompe el sistema es que alguien logre vencer sin apoyarse en el equipo completamente. Destacar únicamente, para no alargarme más, que al ver la película con mi hermana hace años me preguntó: ¿no es una crítica al comunismo? y le respondí que había una crítica al sistema capitalista llevado a sus últimas consecuencias, pero creo que ninguno de los dos tenía razón, y ambos la teníamos al mismo tiempo. Para concluir, se me escapa el objeto último de todo esto ¿Dar un placebo a la agresividad humana y sus ansiedades?,¿controlar el dinero que genera el espectáculo, o más bien la atención del público?,¿todo ello a la vez? ¿a qué perpetuar la figura del caballero medieval (un neutrón de clase superior al vulgo) en forma de engendro físicamente optimizado? Me parece que falta algo.

He seguido pensando en este tema y he vuelto a la motivación y la utilidad de todo el espectáculo. Pienso por ejemplo en las corridas de toros, en el hecho de que el diestro debe estar preparado físicamente casi como un atleta, pero toda la fiesta (tal y como se llama) nos parece extremadamente divertida hasta que después alguien nos dice: los pitones del toro estaban serrados. Entonces nos sentimos decepcionados, estafados. ¿Por qué? ¿acaso no es una exhibición de habilidad, un espectáculo? NO, es una prueba a muerte en que alguien corre peligro verdadero, el toro o el torero, y si no están en condiciones iguales para que corra la sangre de uno de los dos, ya no interesa.



A menudo hablamos de las élites del mundo, las verdaderas, como de gente sin piedad, ni escrúpulos, gente que no tiene ningún problema en sacrificarnos a todos, pero las bestias sanguinarias somos nosotros. Se habla de la historia del deporte como si tuviera doscientos años, aunque con raíces en la "civilizada Grecia clásica". En realidad, los torneos medievales eran deporte, el de entonces; los primeros torneos que se disputaron eran combates con armas de verdad y muertos de verdad, hasta que decidieron que se perdía más de lo que se ganaba sacrificando buenos soldados de esta manera, y las armas se volvieron algo más inofensivas, pero manteniendo los prisioneros de verdad en los enfrentamientos (con sus correspondientes rescates monetarios).
También era deporte el circo romano, con esclavos luchando a muerte por una hipotética libertad futura, e incluso ganando buen dinero en el proceso. Incluso se representaban verdaderas batallas navales o terrestres (con alguna legión vigilando todos los movimientos) entre presos, prisioneros y esclavos, con bajas y reducido número de supervivientes. En suma, si miramos la historia completa del deporte, vemos un termómetro del proceso de domesticación del público, dándole la dosis de carnaza necesaria, y viendo hasta dónde comen. En efecto, hoy se empiezan a prohibir las corridas, no muere normalmente nadie en las luchas y se aumentan las medidas de seguridad al máximo para que no haya peligro real. Aun así, vemos por ejemplo que hay una aproximación fluctuante en la Fórmula 1 cuando el reglamento prima o corrige estas medidas precisamente para no eliminar del todo la espectacularidad en las carreras. Sin embargo, se ha ido sustituyendo el peligro por la competitividad. Tomemos el caso, ya que esto va sobre las élites, del golf. En sus orígenes escoceses se jugaba en arenales, los domingos por la tarde o los festivos; con la excusa de darle a la pelotita, se iba de picnic y se daba un paseo; seguramente, se podía hablar cómodamente sin que las mujeres estuvieran controlando y se estiraban brazos y piernas. Hoy es algo que se practica en praderas y bosques enmoquetados, es decir, domesticados, pero con un nivel de competitividad absurdo, sólo para darle emoción. Incluso a las clases que el común cree dirigentes, se las engaña. Y así con lo demás. Carnazas hay de muchos tipos, cada cual escoge su aspecto y sabor preferido. Esta que he descrito es una. Forma parte de las seguridades que el público ansía: trabajo seguro, comodidades seguras, futuro asegurado, ideales y símbolos seguros, tales como Dios (en la definición ortodoxa), patria, familia, Estado y equipo favorito para no tener que pensar más.


OBAMA AFIRMA QUE LOS EXTRATERRESTRES ESTAN ENTRE NOSOTROS

Alineación al centro
Tremendo titular o headline. La noticia nos llega ésta vez desde Italia en donde el noticioso Gialli.it sorprendió al mundo el pasado 16 de Octubre (2009) con éste tremendo titular: “Si, siamo in contatto con gli Alieni!”. La noticia pasa a ser un trascendido de información que viene circulando y sonando muy fuerte en Internet y medios comunicativos acerca de que el presidente Barack Obama haría pública la noticia de la realidad del contacto extraterrestre. Gialli.it se convierte en el primer medio que pone una fecha para éste histórico momento: 27 de Noviembre del 2009. Sólo nos queda esperar unos cuantos días para ver si sucede, ahora por su parte David Wilcock en reciente entrevista concedida al programa radial Coast to Coast con George Noory el pasado 6 de Octubre (2009) afirma exactamente lo mismo, sólo que él no da una fecha pero sí afirma que será antes de navidad del 2009. Casualmente la pelicula infantil animada de nombre Planeta 51, de la que hablaba en un articulo anterior será estrenada en toda España y LatinoAmérica ese mismo día... 27 de Noviembre del 2009.


MTV TE DESEA UNA MASO-SATANICA NAVIDAD!!!

Aparte de significar Mierda de TeleVisión también quiere decir Masonic TeleVision, y para muestra basta con mirar este video y analizar un poco lo que esta basura de televisión quiere meternos en la mente a la mayoría de la población:



Yo por eso siempre he estado en contra de ver la televisión y más estos canales capitalistas de porquería, solo quieren volvernos mas estúpidos cada día porque es lo que busca el gobierno mundial que esta comenzando a llegar y no se va a detener hasta lograr sus objetivos, los que no quieran ver lo que esta pasando a su alrededor son solamente unas victimas de este sistema de estupidización mundial.

MTV CONDICIONANDO A LA POBLACION PARA LA LEY MARCIAL

MTV (Mierda de TeleVisión) es una cadena de televisión que aparte de pasar pésima música todo el día, está controlada y manipulada por el sistema de la Elite Global, osea los illuminati, debido a ello estan tratando de condicionar a la gente a través de los medios masivos de comunicación para cuando se implemente próximamente en todo el mundo la ley marcial, aquí las imágenes hablan mucho más que las palabras: